viernes, 1 de junio de 2007

¿El ángulo fundamental del management moderno?



De tanto en tanto a uno se le ocurre una idea a la que se queda mirando como diciéndole: “¡no se si eres cierta, pero eres preciosa!” Las mejores ideas acostumbran a ser simples y preciosas. La idea de la mano invisible de Adam Smith (persiguiendo el propio bien la gente consigue un bien común), la de la selección natural como proceso evolutivo de Darwin, la ecuación de Einstein que conectaba masa y energía, y la menos conocida, pero para mí más cautivadora, de Schrödinger que controla el “movimiento” de una función de onda en mecánica cuántica, y otro montón de ideas revolucionarias han sido, à la Descartes (por cierto, otra gran idea), ideas “claras” y “distintas”. Ideas simples y sobre todo bellas.

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